miércoles, 7 de noviembre de 2012

Zeromanía


Estaba yo la otra noche reposando la cena —acto de vital importancia, puesto que en mi familia el concepto de cena es al más puro estilo del Imperio Romano, con entrante, primero, segundo, saliente y doble postre— cuando vi un anuncio que me erizó el vello y la conciencia.

Popitas Zero.

Nótese el eslogan "I (L) Zero". Ya solo falta merchandising de camisetas para "zombificarnos" un poquito más.

En efecto; tras eso, la caja tonta pasó a ser la caja estúpida. Y la culpa es nuestra.

Mucha gente piensa que comer sano es sinónimo de alimentarse de aire. O peor aún, que alimentos no ya bajos en calorías sino "acalóricos", contrarrestan los excesos de ingesta y sofá. Es entonces cuando aparecen términos como "Light", "0% de materia grasa" o el consabido "Zero". Y hala, ya la gente espera un tipazo; hombres con torsos como tabletas Milka y mujeres con un vientre más plano que Holanda.

Aquí no se tiene en cuenta el metabolismo, que juega un papel muy importante, así como el ejercicio físico, que predispone al cuerpo a una mejor gestión de lo que se consuma.

Preocupado por la salud mental de la población, nuestro indignado bigote salió a la calle a preguntar a la gente sobre sus inquietudes alimenticias. Una joven, tras recuperarse del susto producido por ver como una masa de pelo flotante requería su tiempo, se dignó a opinar:

—Yo procuro cuidarme —nos dijo mientras se afanaba por evitar que los chorretones de aceite provenientes de su cartucho de churros le resbalasen hasta los codos.
—No es que nos esté dando muy buen ejemplo ahora, ¿no cree? —siguió Bigote Crítico.
—¡Ah! No, verás. Resulta que el chocolate con el que los acompaño tiene un altísimo contenido en fibra, por lo que voy a plantar una secuoy...

¡CORTEN!

Tras la censura escatológica, la joven nos comentó que en su dieta procuraba incluir bayas de Goji, bayas donde vayas, que añadía espartano en vez de azúcar como edulcurante —a mí el espartano me recuerda más a un extra de la película "300"—, y que podía suplir la falta de ejercicio tomándose cuatro litros de "Danacol" y ocho barreños de "Kaiku".

. . .

Con todo, resulta ridícula la forma en que pretenden vendernos la moto. No deja de chocar que alimentos cada vez menos sanos, sean etiquetados de "Zero". No queda mucho para que Burguer King saque una gran loncha de carne de ternera emparedada y nos convenza de que, al estar hecha de materia oscura vuelta y vuelta, no nos hará engordar. Todo ello acompañado de "Estudios de la Universidad Politécnica de Vermont aseguran que la King Zero ha ayudado a mantener en su línea al 90% de los monitoreados". Lo que no te dicen es que, o bien esos estudios se han hecho en atletas de élite o bien, directamente, el estudio se lo han sacado de la manga. Está científicamente demostrado que las palabras "Científicamente demostrado" nos dan la misma confianza que "Zero".


Como podéis observar en la imagen, al ser la bebida "Zero" y el pan* también "zero" es la cena más sana que puedas tomar, y ya las verduras y la carne dan igual. ¿Cómo te van a engordar, si el resto es Zero? Qué poco entiendes...
*En realidad me lo he inventado, el pan no es zero. La hamburguesa se llama Kuro Burger y sólo está a la venta en Japón. Ya vosotros buscáis en Google por qué es negro el pan, a mí me da pereza.

Todo esto me recuerda, con pena, a los anuncios de cosméticos con "ácido hialurónico invertido y alfa-omegaplaxitocina cósmica" que te ponen unos gráficos muy molones con barritas que suben y bajan y un escenario de científicos de Lòreal ataviados al más puro estilo Star Trek. Et voilá, millones de mujeres —y cada vez más hombres de todo el mundo dando botes de alegría porque el producto es fiable.

¡A comprar! 

*¡Clín!* Ha sonado el microondas, será mejor que vaya a por mis palomitas, base de toda pirámide alimenticia que se precie.